El trauma, ya sea físico o psicológico, deja una huella indeleble en las personas y las comunidades. Las experiencias traumáticas pueden variar desde accidentes y violencia hasta abuso emocional y negligencia. Las secuelas de un trauma pueden conducir a una gama de respuestas, que incluyen el trastorno de estrés postraumático (TEPT), la ansiedad y la depresión. Los efectos del trauma pueden repercutir en varios aspectos de la vida, impactando las relaciones, la función cognitiva y el bienestar general.
Reconocer los signos del trauma y ofrecer apoyo oportuno son pasos esenciales hacia la recuperación. La atención basada en el trauma, que enfatiza la seguridad, la confianza y el empoderamiento, desempeña un papel fundamental en la curación. Los enfoques terapéuticos, como la terapia cognitivo-conductual y las técnicas de atención plena, ayudan a las personas a procesar sus experiencias y desarrollar mecanismos de afrontamiento. Desarrollar la resiliencia es un aspecto crucial para superar el trauma, fomentar un sentido de agencia y recuperar la propia narrativa de vida.